martes, 14 de mayo de 2013

Hacerse cargo de uno mismo

Aunque la comodidad te ofrezca sus ventajas, ya es hora de que dejes la inutilidad a un lado. Hacerte cargo de ti mismo es un placer indescriptible, mucho más que ser cómodo. Cuando seas capaz de resolver las cosas sin ayuda, tendrás la maravillosa sensación de andar por la vida a doscientos kilómetros por hora. Desde hoy, no delegues lo que puedas hacer. Los intermediarios nunca hacen bien el mandado. No les duele. Si tienes la manía de consultarlo todo, date el gusto de equivocarte. Si te equivocas, creces; si no te equivocas, te estancas.
Empieza por hacer una lista de las cosas que tienes por arreglar o solucionar, y que has dilatado por no contar con un “experto” disponible. Define tus prioridades, haz un orden del día y de las tareas a cumplir. Eso sí: ¡no postergues más! Simplemente empieza. Tómate el trabajo de llamar por teléfono y averiguar. Desplázate al lugar. Incomódate hasta los huesos. Aunque llueva y truene, irás. No habrá excusas. No más desidia. No descuides lo que amas. Tus pertenencias son importantes. Cuídalas, quiérelas. Dale mantenimiento a tu vida de vez en cuando. Nadie lo hará mejor que tú. Cuando dejes de encomendarte a otros y te hagas responsable de tus actos, descubrirás tu verdadera fortaleza. Realiza esas actividades que siempre postergas, haz de tu vida un templo, en donde te corones cada dia con amor haciendo lo que gustas y lo que sientes siempre de una manera positiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario